La búsqueda artística de NAON es constante. “Genuina, sincera, vibrante, fresca”,
suma el quinteto formado en el barrio porteño de Flores. Muy poética,
pero nada compleja se podría agregar. Siempre con la mira puesta en lo
moderno e innovador, se preguntan y discuten a sí mismos. No hay
concesiones, la dicha es en movimiento o no es dicha. Al grupo le
bastaron apenas dos años (meses más, meses menos) para formar e idear un
imaginario potente y seductor que recientemente quedó cristalizado en
su álbum homónimo y debut, poco menos de 30 minutos de una contundencia
sonora abrumadora.
Un big bang musical que “se percibe como un todo, donde el conjunto es mucho más importante que lo individual”
-a saber: las voces se reparten democráticamente entre tres de los
cinco integrantes- y en el que confluyen el soul, el pop, el funk, el
rhythm and blues y el acid jazz. Tomen de ejemplo “Tóxica”, “Manual” o “No me ves”.
El orden de los factores no altera el resultado. Y ya que el
catalizador es la fusión de géneros y la deconstrucción estilística,
tampoco sorprende que el algoritmo vincule a la banda con Nafta, 1915,
Valdés, Bandalos Chinos y Jvlian. “Estamos todos juntos… en un solo lugar. Casualidad, causalidad, ¡no importa mucho!”,
aseguran los Naon al principio del disco (“Voces”), confirmando, por
sobre todas las cosas, que la unión hace la fuerza de esta generación.
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